El ruido de la lluvia es tan intenso,
pero no aleja de mi mente tu recuerdo,
que cada noche se sumerge,
invasivo en mi interior.
Mirando desde mi ventana,
las gotas una a una va cubriendo,
el ancho vidrio del balcón,
Apenas cesa el diluvio el viento levantado
trae el aroma de la tierra y de las hojas húmedas
pesadas de agua como receptoras de tanto llanto
tanto recordarte entre mis brazos que ahora,
vacíos de ti no encuentran consuelo
Cae la noche y el tiempo mejora,
ya la lluvia no atormenta
y los pájaros reposan sobre las húmedas ramas
que resisten a la fuerte brisa, y las gotas
se sumergen en los campos verdes
esos por los que alguna vez supimos rodar
como estambres de barrilla
en el fresco de la gramilla después de la lluvia
Y tu recuerdo vuelve, descontrolado
como el yuyo de primavera,
como el rio que desciende de la ladera,
intempestivo, arrebatador, tormentoso quizás,
buscando que no pueda olvidar su bella agonía
por intentar retenerme en su alusión
aunque tú ya no me recuerdes.
Como hago para no tener más tu recuerdo,
como obligo a mi cuerpo a olvidarte,
si no puedo explicar por qué el tiempo
no ha borrado todavía,
las huellas lacerantes de tu amor.
Alejandro Luna